270 toneladas de carne ilegal procedente de Africa entra en Europa cada año, es carne ilegal de animales “supuestamente protegidos” destinada al consumo en restaurantes de alto standing. No sé que es más atroz si la fotografía que ilustra esta entrada (mono cortado en dos) o lo que acabo de decir. Hay que tener no demasiados escrúpulos emocionales y no mucha conciencia para sentarte en un restaurante y deleitarte con carne de animales en extinción.
Cocodrilos, monos, elefantes, roedores, peces…todos con la etiqueta de “especies protegidas” son víctimas de una red bien organizada de tráfico de animales salvajes para consumo de lujo, para que os hagáis una idea 4 kilos de carne de mono pueden costar 100 euros en Europa. En un reciente estudio internacional de incautaciones de piezas de carne ilegal realizado en el Aeropuerto francés de Charles de Gaulle durante 17 días, los investigadores descubrieron que de los 134 pasajeros investigados, 9 de ellos portaban animales muertos de caza ilegal. En total 188 kilos escondidos en los equipajes sin seguridad ninguna y por supuesto sin tarjetas ni permisos sanitarios.
Lo más triste de todo esto es NO sopesar lo que este “capricho a la carta” puede llegar a dañar a la naturaleza. Cada vez nos quedan menos especies y si no se respetan las leyes conservacionistas peligra su inmediata desaparición. Si este tráfico no se persigue y se castiga, muy pronto solo nos quedaran los museos para recordar que una vez existieron.
Te envío una noticia de hace unos días que quizá te pueda interesar. Besos.
ResponderEliminarhttp://www.elmundo.es/elmundosalud/2010/07/02/neurociencia/1278087370.html
Te quejarás que soy tu seguidor más fiel. Te adjunto a continuación una noticia real:
ResponderEliminarEl problema de las caquitas de los perros en las calles de Anchorage, Alaska, ha llegado al punto en que hay que recurrir a alguna estrategia novedosa. En uno de los plenos del ayuntamiento se propuso contratar a unos "vigilantes" que, equipados con un dispositivo parecido a una jeringuilla enorme, recorriesen las calles cubriendo los excrementos caninos con mantequilla de cacahuete. De esta forma los perros se comerían lo que plantan, y sus dueños tendrían que ser más cuidadosos. Finalmente se decidió en contra de la polémica idea, pero por pocos votos.